Sentir sin colapsar: Cómo el cuerpo nos ayuda a procesar el dolor del mundo.
- abondancemx
- 26 jun
- 3 Min. de lectura

Vivimos en un tiempo en el que todo lo lejano se vuelve cercano. Basta con encender el celular para ver guerras, crisis ecológicas o tragedias humanas que ocurren a miles de kilómetros, pero que se sienten muy dentro. No es necesario haber estado allí para que algo en nosotros tiemble. La empatía, esa capacidad profundamente humana de resonar con el otro, también puede convertirse en una carga si no sabemos cómo sostenerla desde el cuerpo.
En mi práctica como terapeuta, muchas personas llegan sintiéndose “agotadas sin saber por qué”. Con el corazón apretado, el sueño interrumpido, o una sensación de estar emocionalmente sobrepasadas. Lo que suele aparecer, cuando lo exploramos con cuidado, es que llevan dentro un cúmulo de imágenes, noticias y emociones que no les pertenecen del todo… pero que sí les afectan profundamente.
A esto lo conocemos como trauma vicario, y aunque suene complejo, es más común de lo que imaginamos.
El cuerpo también se entera
Peter Levine, creador de Somatic Experiencing®, SE, ha mostrado que el trauma no es solo lo que nos pasa, sino lo que queda “atascado” dentro del cuerpo cuando no se completa un ciclo de respuesta. Y esto aplica incluso a lo que vemos en las pantallas.
Tu cuerpo, aunque sepas racionalmente que estás seguro, puede reaccionar como si la amenaza estuviera ocurriendo ahora mismo. Esa opresión en el pecho, la sensación de vacío, o ese zumbido en la cabeza no son casualidad. Son señales. Son el cuerpo diciendo: “No sé dónde poner todo esto que siento”.
Cuatro caminos para volver a ti
En sesiones y talleres, suelo compartir cuatro herramientas de SE, que ayudan a procesar la carga emocional sin colapsar:
1. Orientación
Cuando nos sentimos desbordados, volver al presente a través de los sentidos es vital. Observar un punto en la habitación, sentir la textura de un cojín o mirar una planta, ayuda al sistema nervioso a distinguir entre el peligro real y la imagen evocada.
Es un pequeño acto de presencia que tiene un gran impacto.
2. Recursamiento
Una de las herramientas más profundas de SE es revivir ciertas memorias de forma parcial, pero con un nuevo resultado corporal: esta vez no estás solo, esta vez sí puedes sentir y también regular.
Un ejemplo: recordar una escena difícil donde te sentiste paralizado, y ahora, en un entorno seguro, permitir que tu cuerpo imagine el movimiento que no pudiste hacer entonces (huir, poner un límite, pedir ayuda). Esta reconfiguración somática ayuda a integrar la experiencia y a actualizar la narrativa del cuerpo.
2. Pendulación
No es necesario zambullirse de golpe en lo que duele. Podemos ir de a poco, alternando entre sensaciones difíciles y otras más seguras o neutrales. Esta oscilación nos permite “educar” al cuerpo a que sí puede sostener lo intenso… sin quedarse atrapado ahí.
3. Descarga
A veces, el cuerpo necesita liberar lo que ha estado guardando. Esto puede venir en forma de un suspiro, un temblor leve o una lágrima suave. No es catarsis. Es autorregulación. Es tu sistema nervioso diciendo: “Ya no necesito seguir en alerta”.
Un recordatorio de poder
La información nos conecta. La empatía nos humaniza. Pero necesitamos aprender a cuidar nuestra sensibilidad sin apagarla. Sentir no debe implicar colapsar.
Este mundo necesita más gente que pueda estar presente, sin anestesiarse ni perderse en el caos. Y para eso, necesitamos reconectar con nuestro cuerpo, con su sabiduría silenciosa, con sus pausas, con sus límites, con sus recursos.
Sentir el dolor del mundo no es una condena. Puede ser una forma profunda de conexión, si aprendemos a transitarlo con respeto, con acompañamiento, y sobre todo, con compasión por nosotros mismos.
Abrazo,
Edgar
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